viernes, 2 de diciembre de 2016

Unos pocos comentarios inconexos sobre "Vamos a comprar mentiras"

Vuelvo al blog para ponerme a prueba. Últimamente uno se pasa demasiado tiempo en formato de cientoypico caracteres y, la verdad, aparte de enviar a Rita al otro barrio, hay que asumir que poco se puede mover con un "tuit", ni siquiera con esos en plan ristra de chorizo. Y mis pensamientos de estos días se merecen algo más. La razón: el libro que más rápido he leído en los últimos años, que no es otro que "Vamos a comprar mentiras", de José Manuel López Nicolás.


No me voy a poner a diseccionar el libro, ya que soy demasiado disperso y demasiado poco letrado para tal labor, pero sí quiero dejar por escrito algunos comentarios superficiales, la mayoría positivos pero también algunos negativos, sobre este interesante "manual".

En "Vamos a comprar mentiras", López Nicolás no se va por la tangente (a diferencia de lo que estoy haciendo yo ahora) a la hora de desenmascarar a todos los actores del fraude de la publicidad engañosa: nos pone ejemplos concretos, nos da nombres (critica hasta a algunos científicos) y nos explica la composición de muchos productos, enseñándonos a interesarnos por lo que consumimos. Yo mismo me he visto esta mañana echándole un ojo a mi desodorante (y comprobando que contiene hidróxido de aluminio) y hablándole a mi pareja del resveratrol y la milonga del "dos copas de vino al día". En resumen: el librico te remueve. Es eficaz (para quien lo lee).

Que el libro se lea tan rápido es también un buen síntoma. El autor tiene soltura, a pesar de unos cuantos chascarrillos algo "demodés" y unos bastantes "soy de los que piensa". No es quizá un libro profundo o con multitud de información científica. Está hecho, supongo, para llegar a todos los públicos y educar, proporcionando una serie de herramientas para que el lector sepa analizar, criticar y tomar decisiones de una manera más objetiva. Por esta razón yo creo que es un libro necesario y un buen ejemplo de lo que debería ser la divulgación científica.

En su contra quiero expresar algunos puntos, aunque siempre de manera totalmente constructiva. Como científico me preocupa bastante lo que ocurre "puertas adentro" en nuestro mundo profesional. Aunque es verdad que el autor da ejemplos de algunos científicos o instituciones que han mostrado un comportamiento poco ético (en relación a la concesión de su prestigio a determinados productos a cambio de financiación; algo que ya es muy grave), no hace suficiente hincapié, supongo que por miedo a manchar nuestra "reputación" ante tanta gente, de lo esencial que es la buena práctica científica. Cuando se hace mala ciencia (lo que es mucho más normal de lo que la gente piensa) y nos aprovechamos del terrorífico sistema de publicaciones, contaminado por la avaricia y la ambición de algunos, acaban viendo la luz verdaderos engendros de artículos que, unidos a esa tendencia macabra de los medios de comunicación por hacer noticia de todo, se llevan por delante todo el esfuerzo de siglos de trabajo de la comunidad. Por esta misma razón, me pone algo nervioso la insistencia de López Nicolás en el mensaje "confíen en los científicos". Pero supongo que es mejor no meterse en esos huertos.

En relación con esto último, también he echado en falta una descripción algo más detallada de lo que es la EFSA ("European Food Safety Authority"), ya que en ella se basa toda la regulación vigente sobre los alimentos que compramos. "Confíen en la EFSA" es también un mensaje principal del libro, pero ¿quién compone exactamente la EFSA? ¿Está politizada de alguna manera? ¿Cómo se eligen los científicos que forman parte de ella? ¿Cuántos artículos hacen falta para que se apruebe o prohiba la venta de un producto? ¿Valen artículos de todas las revistas?

Una empresa necesita demostrar científicamente que el alimento que ofertan produce (en su conjunto) lo que reclama en su eslogan, lo que a veces puede llevar años de investigación. Eso lo tenemos claro. Sin embargo, el mensaje que se da para los cosméticos es distinto. Si no se ha demostrado que alguno de sus componentes sea nocivo, se puede vender. Pero, ¿qué pasa con el "conjunto"? Además, para sacar conclusiones sobre la inocuidad de un producto químico también hacen falta años de investigación. Para combatir realmente la quimiofobia, hay que ir más allá del "no hay papers que digan que X es dañino, pero si los hubiere, se retiraría del mercado inmediatamente". Ahora mismo no se me ocurre cómo abordar este dilema, pero es algo que me inquieta y creo que sería interesante reflexionar profundamente sobre ello para tener argumentos en nuestra guerra por el rigor científico. Mientras, podemos seguir leyendo en wikipedia cosas como estas:



Espero que, en cualquier caso, este libro llegue a mucha gente y que se genere un intenso debate público sobre la publicidad. Yo soy bastante negativo/catastrofista al respecto porque el mundo empresarial es demasiado poderoso y con los principales actores políticos europeos y españoles no hay nada que hacer a corto plazo, pero "con tó y con eso", "Vamos a comprar mentiras" me ha alegrado la semana.

Una última crítica, antes de que se me olvide: ¿Por qué sale un pintalabios en la portada?

Salud. Y tralará.




sábado, 19 de diciembre de 2015

¿Dónde ponemos la capital del próximo país murciano?

Señoras y señores de Murcia y tierras colindantes: dadas las circunstancias políticas actuales no deberíamos perder más tiempo con minucias. Es hora de pensar qué hacer cuando España se desmiembre, algo que puede suceder muy pronto. Nuestra región de encefalograma plano ha de despertar y nos debemos plantear qué hacer con nuestras “lindes” (digamos, qué será y qué no englobado en nuestro nombre), nuestra estructura de estado (¿volveremos al reino de Murcia, a la provincia romana, a nuestra Cora de Tudmir, o seremos algo nuevo?), nuestra lengua, nuestra bandera, nuestro topónimo oficial y, aunque algo sin importancia alguna, nuestras políticas.

En esta pequeña disertación plantearemos dónde debería situarse nuestra capital, algo fundamental en cualquier país “hecho y derecho”.

Posibilidad 1: Cartagena

Ponemos Cartagena como primera posibilidad porque queremos hacerles la pelota es la ciudad con más protagonismo en la historia de nuestras tierras a lo largo de la misma. Por supuesto en nuestro estado Cartagena por fin sería provincia y mantendría sus tradiciones como su carnaval, su himno y su cacique local.




Posibilidad 2: Orihuela

Para ello tendríamos que anexionárnosla primero. Quizá dándole la capitalidad de nuestro país no tengamos que entrar en ninguna disputa con el País Valenciano. Total, todos sabemos que Orihuela es Murcia. Sería la posibilidad más romántica-cool, resultado de una reflexión retrospectiva colectiva de los murcianos sobre aquellos maravillosos años de la Cora en la que gentes de todas las religiones aparentemente convivieron sin muchos problemas en nuestras tierras.



Posibilidad 3: Polaris World

Aunque tendríamos que cambiarle de nombre por uno más “nuestro”, esta posibilidad es bastante atractiva. En nuestro país será tema obligatorio en las escuelas la historia reciente, no como en España, en donde la segunda república y el franquismo estaban al final del temario y el profesor nunca llegaba por mucho que no se cogiera la baja ningún día ni hubieran huelgas ni catástrofes naturales (como lluvia o granizo). Por tanto, qué mejor que colocar la capitalidad en una de las múltiples ciudades fantasma fruto de la especulación y la corrupción tan nuestras (famosas internacionalmente, además) y ya de paso darle algún uso. Otra opción es Mosa Trajectum, la cual podríamos renombrar como Yojan (o Llojan), en honor a aquel jugador-entrenador holandés que promocionó este cutre-impactante resort.

Posibilidad 4: Yecla

También sabemos que los yeclanos tienen cierta tendencia a considerarse distintos a los demás murcianos por esa cosa de no tener autovía directa con Murcia y utilizar palabras extravagantes como “borra” para referirse a la goma de borrar. Esta operación sería similar a lo que se hizo en Euskadi con Vitoria para que no se les fuera a Castilla y esperamos tendría un resultado bastante similar: la conversión de los yeclanos en muy murcianos y mucho murcianos.


Posibilidad 5: Murcia

Dejar la capital en Murcia sería un acto bastante conservador, pero como nuestra región es bastante conservera y, además, somos más agarraos que los catalanes (por muncho que los critiquemos) y nos dolería gastarnos dinero en trasladar todas las consejerías a otros lugares, con la de funcionarios que hay dentro y todo, quizá sería la posibilidad más realista. Eso sí, para no dejarlo todo como está, se le podría cambiar el nombre por el suyo original o, en caso de que el país se convirtiera en una dictadura comunista, llamarla directamente “Ciudá Capital”.

Estas son las cinco posibilidades con más fuerza, pero por supuesto estamos abiertos al debate, así que si algún espabilado tiene ideas más revolucionarias (o rancias) que estas, que no dude en ofrecérnoslas. O quizá hasta podríamos ser un país sin capital.


Saludos, queridas y queridos murcianos.

miércoles, 10 de junio de 2015

Círculo

Esa mañana Francisco José (J.) Moreno se sentía algo más cansado de lo habitual. Cruzó la calle y se dirigió hacia uno de los bancos que el partido laborista había instalado recientemente, justo antes de las elecciones municipales, en Parker's Piece. No tuvo que levantar la cabeza para mirar al cielo que, como siempre, se abalanzaba, pesado y gris, como siempre también, hacia los ojos tristes de los que han residido más de cierto tiempo en Cambridge. Las nubes más oscuras que se desplazaban, implacables, desde el horizonte de Francisco J. hacia detrás de los edificios que quedaban a su espalda le hicieron plantearse por un segundo, o quizás menos, el funcionamiento de las borrascas, y Francisco J. se sintió avergonzado de no acordarse de qué era aquello del anticiclón de las Azores que aprendió de pequeño en la escuela, de si su influencia era aplicable a las islas británicas y de no haberles sacado más tajada a tantos años de conversaciones sobre asuntos meteorológicos. Una vez sentado en el banco, alargó el brazo para coger un periódico gratuito que alguien había dejado sobre una de las flamantes nuevas papeleras, laboristas también, y se lo puso sobre las piernas. Más que las noticias sensacionalistas sobre asesinos, violadores y famosos borrachos, lo que le gustaba a Francisco J. de manosear el periódico eran el tacto y el sonido del papel. Y eso era suficiente. 

De repente, amenazando a Francisco J. y su periódico gratuito, el cielo empezó a deshacerse en gotas microscópicas. Francisco J. sacó entonces un pequeño paraguas de uno de los bolsillos de su chaqueta y lo abrió con orgullo, consciente de sus grandes reflejos, aunque rápidamente pasó a sentirse ridículo, allí sentado en un banco que se iba impregnando de agua excepto en el espacio circular que quedaba por debajo de su paraguas. Sin embargo, algo hizo a Francisco J. dejarse llevar, cerrar los ojos, echar su cabeza hacia atrás y, poco a poco, dejar de sentir la fuerza de las palpitaciones de su corazón. Fue entonces cuando un golpe de viento se llevó el paraguas y cuatro páginas del periódico gratuito. Y allí, en aquel círculo de banco cada vez más indefinido, se quedó, en el sentido más romántico del verbo "quedarse", Francisco J.

sábado, 9 de mayo de 2015

Una campaña electoral muy diferente


Acaba de empezar la campaña electoral en España. "Elecciones" municipales y autonómicas (breve apunte: que las elecciones autonómicas sean en casi todas las autonomías a la vez me parece una pantomima). Y yo, que llevo ya más de cuatro años lejos de nuestras fronteras, me dispongo horrorizado a cerrar Twitter y dejar de leer la prensa hasta dentro de un mes. No sé qué me llevó a pensar que aquella manera de masacrar a la gente a base de pegadas de carteles -con fotos llenas de filtros de los "líderes" locales y supremos -, buzoneos masivos, coches pintados de colores con altavoces al estilo "afilador", decoración de farolas, abordaje en los parques y demás ranciedades, había pasado a mejor vida. ¿No había llegado la era del cambio? (breve apunte: el cambio debe de ser la palabra más prostituida en política después de "democracia" y "libertad"; ¿hay algo que no sea cambio? Incluso la misma persona con un peinado distinto supone un cambio, me imagino). Peor, todo aquello, tan años noventa, ahora nos entra por vía intravenosa a través de internet, y a un ritmo totalmente inabsorbible, lo que no deja de ser sorprendente porque al mismo tiempo hay una ausencia total de debates políticos, de programas de televisión didácticos que intenten educar democráticamente al pueblo, o de entrevistas a los candidatos con preguntas medianamente inteligentes.

Todo esto me anima a compartir lo que he experimentado durante las últimas semanas en Cambridge con motivo de las elecciones generales británicas (breve apunte: en esta ciudad también se elegía a un tercio de los concejales del ayuntamiento; este sistema me parece bastante interesante porque va por barrios y porque cada año hay elecciones en las que se reelige parte de los representantes de cada uno).

No podemos decir que la campaña en este país no haya sido mediática. Ni tampoco que los británicos no sean centralistas. Nos hemos tragado a David Cameron y al muñeco Ed Miliband hasta en la sopa. Pero la cultura democrática de este país está muy lejos de la caspa que envuelve todas las cosas en España. Prácticamente a diario teníamos a los candidatos de los partidos más importantes (no sólo Conservadores y Laboristas, sino también Verdes, Nacionalistas Escoceses y Galeses - Irlanda del Norte quedaba casi siempre fuera por razones que merecen un análisis aparte -, UKIP y Liberales Demócratas) debatiendo entre ellos o frente a periodistas de distintos medios. No es que crea que un candidato a primer ministro tenga que tener una imagen o discurso determinados (la verdad estoy un poco harto de la cultura del palabrerío vacío "hiperpretencioso" que tantas veces he tenido que sufrir en el mundo de la ciencia), pero sí que ayuda a entender un programa político que te lo expliquen bien y claro, y estas apariciones en los medios claramente supusieron la autodestrucción de Ed Miliband y la ascensión a "salvadora de los desamparados" de Nicola Sturgeon, por ejemplo.

Sin embargo, paralela a todo ese despliegue mediático, la campaña electoral en las calles (de Cambridge, al menos) me ha parecido elegante, respetuosa y digna de admiración. Y eso era lo que en principio yo quería contar aquí antes de mi ataque verborreico. Ya sabemos que "en el norte" la gente es un pelín más reservada que los mediterráneos. Concretamente, en Britania la libertad individual es una de las máximas socioculturales más máximas (breve apunte: eso de que el liberalismo está de capa caída por la debacle de los LibDems no se lo cree nadie). Por eso, en vez de la invasión de mal gusto, aquí se estila lo siguiente (véase foto de mi calle):




Cada persona expresa su deseo de apoyar a uno u otro partido de manera libre. No deja de ser propaganda (y supongo que habrá cierta presión desde los partidos políticos para que la gente haga este tipo de manifestaciones y cierto presupuesto para la fabricación y reparto del cartelamen), pero al menos todo queda en manos de particulares. Además, otra cosa que me llamó la atención fue el hecho de que se pidiera el voto para los candidatos a representar a Cambridge en el parlamento (breve apunte: en el Reino Unido hay 650 distritos y en cada uno se elige como "Common" (diputado) al candidato más votado, lo que no me parece del todo justo porque no es un sistema muy representativo así a nivel global) y nunca jamás para los líderes. Es decir, las calles han quedado totalmente exentas de los caretos de Miliband, Clegg, Cameron y compañía. Esto me parece importante, ya que en un sistema tan centralista, está bien recordarles a las personas que quien actuará en nombre de su comunidad en el parlamento será una persona de dicha comunidad. Así, uno pudo aprender quienes eran Julian Huppert o Chamali Fernando (supongo que es de democracias "avanzadas" que ciudadanos de origen inmigrante sean candidatos por el partido conservador) y el apoyo "popular" de cada uno en los recurrentes paseos desde casa al trabajo y viceversa.

Vote señora "Fernando", candidata conservadora. No, vote Labour.
El único cartel que encontré del UKIP en mi excursión en bici por Chesterton. Las cortinas de ganchillo son reveladoras.
Otro de los verdes, pero este encaja más con los prejuicios.
Sin duda, esta manera de hacer política es interesante, pseudocercana y mucho menos agresiva para nuestra salud mental y el medio ambiente. Ojalá se exporte a España (¿aceptarían nuestras gentes, todavía reprimidísimas por el efecto "transición", salir del armario político? O mejor, ¿serían nuestras gentes capaces de respetar esas declaraciones?. Todo se verá).

domingo, 20 de julio de 2014

Me autoproclamo "ilustrador". Presentación (y liquidación) de "Miserias de..."

Ante el temor de abandonar los "veintipico" de manera prematura y silenciosa, me ha invadido una especie de fiebre productiva. No, no he terminado mi artículo científico. Pero sí le he dado uso a un artilugio que me regalaron ahora hace un año y que sirve para hacer garabatos en el ordenador. Me he vuelto a dar cuenta de que las tecnologías no pueden solucionar la falta de talento, aunque al menos he pasado un rato agradable conmigo mismo y mi creación.

Aquí os presento el primer y último capítulo de mi cómic "Miserias de una proteína trans". Habría estado bien que, cuando me dieren uno de mis tantísimos premios futuros, se dijera eso de "Agapito no se destapó como genialidad creativa hasta los treinta", pero mira, me ha podido el ímpetu. Por los pelos. Estoy imparable.



PD: De todas maneras cuando tenía unos diez años ya "creé". Hice un cómic basado en Induráin que no sé si sobrevivirá en algún cajón y que, en todo caso, ya verá la luz cuando sea mundialmente famoso (o ya que estamos, muerto, por eso de la revalorización).


miércoles, 23 de abril de 2014

Carta abierta a un referee "patésico"


Querido "referee" número uno,

Me dispongo a expresar aquí, en este blog tan visible, unos pequeños comentarios halagadores hacia su admirable función como "referee". Sé que la tarea no remunerada de revisar artículos científicos es frustrante, sobre todo cuando uno tiene que gastar su tiempo en leer cosas como el artículo que me he visto forzado a escribir sobre la herencia de la forma celular en la levadura de fisión.

Mi artículo es un poco flojo, no tengo problema en reconocerlo. Las técnicas empleadas en el desarrollo y análisis de los experimentos que hice no son dignos de la universidad en la que estoy ejerciendo como postdoc. Los resultados no son impactantes. De hecho son decepcionantes. De hecho son una mierda. Coherentes, pero una mierda al fin y al cabo. Enfrentarme a la escritura de dicho artículo me produjo muchísima ansiedad, porque uno no quiere ver sus miserias expuestas a la vista de todos, sobre todo en este mundo científico tan competitivo. Mi principal miedo era tener que lidiar con comentarios negativos hacia mi labor investigadora y mis limitaciones intelectuales. Y tener que asomarme a ese abismo que muchos científicos temen: sentirme incompetente en la tarea a la que he dedicado años enteros de mi vida.

Sin embargo, los fallos en el planteamiento, desarrollo y análisis de mis investigaciones no parecieron importarle mucho. O al menos a esa conclusión llegué yo después de leer sus chistosas correcciones. Según veo, usted es un científico vanguardista que promueve la fantástica idea de cambiar el orden del manuscrito. Empezar con el análisis de los datos antes de mostrar los propios datos es algo innovador. También me alegra ver que el mayor problema que tiene con mis "clustergramas" es la barra de colores, ya que yo también pienso que la escala rojo-verde está ya un poco vista.  Y de su gran capacidad para distinguir células curvas y dobladas no diré nada más que es admirable. ¡Con lo difícil que me resulta a mí!. Me rindo ante usted, señor "referee" número uno. Pero, sin duda, lo que en mi opinión le transporta al olimpo de los "referees" es su gran dominio de la filología clásica.

"MORFOGENÉSICO"

Y se queda usted tan campante. Jugando a ser intelectual me sugiere usted que cambie el término "morfogenético" (generador de forma) por "morfogenésico", porque (palabras textuales) "morphogenesis" viene de "morpho" y "genesis" y no de "morpho" y "genetics". Señor "referee", es usted gracioso aunque una miaja "patésico".  Si tuviera usted un mínimo sentido de la vergüenza (que sé que se cotiza alto por estos lares), no se habría lanzado a la piscina de esta manera, desde una altura de 10 metros y en plancha. Me gustaría saber qué se le pasó por su audaz cerebro, el cual supongo que le ha ayudado a llegar a donde ha llegado y a verse en la divina situación de juzgar si un artículo científico merece ser publicado o no, cuando decidió escribir dichas palabras, refugiado en ese anonimato absurdo al que someten a los "referees" de las revistas científicas (sobre todo teniendo en cuenta de que yo no soy anónimo para usted). Bueno, en general me intriga bastante la gente que piensa que es inteligente, la gente convencida de que sabe algo que realmente no sabe. Qué pena que no me pueda tomar un café con usted y así enriquecerme escuchando sus pseudo-sabias palabras. Me excusaría por no decir "genésica", ya que genésica viene de "génesis", y no de "génetis". Y hablaríamos, "analísicamente" aunque sin "enfasizar" demasiado, de biología "sintésica", que está muy de moda ahora. Pero me temo que usted sería un poco "hermésico" así en directo y que prefiere explayarse con el procesador de texto desde su despacho.  Ya le digo, una lástima lo de este anonimato unilateral.

Dicho esto, y con la esperanza de que algún día lea usted esto y, al menos, se ría un poco (más) de mí (me temo que la gente como usted no suele reconocer sus errores), me despido. Espero que siga construyendo un mundo mejor con sus correcciones.

Un saludo y hasta pronto.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Viaverdeando


Después de unas semanas de asimilación, me decido a escribir un breve resumen sobre mi experiencia en la Vía Verde del Noroeste (de la Región de Murcia). Aprovecharé así para destruir definitivamente la redacción que había empezado sobre este mismo tema hace unas semanas, ya que era un auténtico coñazo. A veces los detalles sobran, y como no soy precisamente Julio Cortázar, me bastará (supongo) con dar un par de pinceladas sobre mi viajecillo para generar en el lector (el único lector, o sea, yo mismo) una vaga idea de lo que uno se puede encontrar en la dichosa vía. Aclaración: el trayecto de la vía del noroeste (ex-vía ferroviariamente hablando) que nos marcamos mi hermana y yo a primeros de noviembre es el que va de Espinardo a Mula. Es decir, nos dejamos el noroeste de la vía del noroeste para la siguiente ocasión.

Vamos al tema.

Sorpresas positivas

1) La vía en sí al comienzo. Encontrarse un día soleado mientras uno pedalea, aún sin cansancio acumulado y al 200% de motivación, a señores mayores en bici, señoras en chándal rosa, gente paseando al perro y demás personajes autóctonos transitando porque sí desde Espinardo hasta la Ribera de Molina, es realmente reconfortante.

2) El síndrome del expatriado-falso turista, que nos transforma la percepción visual y nos hace calificar de bellos pueblos como la ya mencionada Ribera. Y es que cuatro casas viejas alrededor de unas piteras y unas paleras me producen (actualmente) ganas de llorar de emoción. "Esto me recuerda a Turquía", creo que le dije a mi hermana, que creo que pasó un poco de mí (porque ella no ha salido de Churra aún, la pobre).

3) Campos del Río. Como me cantaba mi padre cuando era pequeño (cuando yo era pequeño): "Campos del Río es un pueblo muy bonito, porque allí viven los abuelos de Juanito...". Y es que Campos es, a mi parecer (y un poco por el síndrome que he descrito en el punto 2), el "diamante en bruto" del interior de la Región. Espero que siga "en bruto" durante mucho tiempo y me alegro infinitamente de que la gentuza que ideó (y casi ejecutó) la locura de "Trampolín Hills" se hundiera con el proyecto.

4) Los maravillosos paisajes de la cuenca del Río Mula. Aquí no hay síndrome que valga. En el tramo Campos del Río-Albudeite-Mula nos paramos unas doscientas veces para mirar los barrancos con la boca abierta (véase foto).




5) Las gentes de la Región que uno se encuentra en la vía y con las que es fácil interaccionar, desde a) el señor gordo con música maquinera de los noventa e indumentaria ciclista profesional que nos rescató en Alguazas (véase la siguiente sección) hasta e) la señor(it)a de Mula que confundió a mi hermana con una "cría" del pueblo y que modificó su trayecto hacia el Mercadona para acompañarnos a la estación de autobuses, pasando por b) el señor mayor de Campos que nos preguntó si estábamos comiendo cuando estábamos comiendo en la replaceta del final de la Calle Murcia, c) el grupo de señoras jóvenes que querían llegar a Bullas andando en tiempo record o d) el grupo de señoras que criticaba al grupo de señoras jóvenes de c) por ser unas inconscientes.

Cosas mejorables

1) La salida de Alguazas. En varios sitios había leído que la salida de Alguazas era, digamos, conflictivilla. Cuando entramos en el pueblo comenzamos a ver flechas por todos los sitios, por lo que pensé que las "autoridades" (quienquiera que sea la autoridad que maneje la vía) habían puesto solución al tema. Pero no. De repente nos encontramos pedaleando en la carretera comarcal que va a Campos, que no está muy preparada para el ciclismo de ocio (aunque tiene arcenes anchos, la verdad). Menos mal que allí nos encontramos con el señor de la música maquinera-noventera que, muy amablemente, nos guió hasta que nos pudimos reenganchar a la vía a la altura de la depuradora. La cosa es que nos perdimos un tramo de la vía verde, lo que al parecer no estuvo mal del todo, ya que el señor maquinero nos dijo que por ese trozo hay "perros y capullos".

2) La depuradora. Ya sé que las depuradoras hacen falta en el mundo actual, y veo normal que se las lleve lejos de los núcleos de población, pero claro, no es muy agradable respirar sus efluvios mientras uno hace deporte (o se le pincha una rueda, como al pobre italiano con el que nos encontramos en aquel paraje). Y no me quiero imaginar lo que es pasar por allí en agosto.

3) La entrada a Campos del Río. No le encontramos mucho sentido a ese tramo: cuestas vertiginosas, sendas que se estrechan en la maleza hasta desaparecer, desvíos por polígonos industriales abandonados... Es una lástima que aquello esté así con las zonas tan impresionantes que hay alrededor.

4) El diminuto tránsito. Y es que, pasada La Ribera de Molina, los caminos estaban prácticamente desiertos de gente. Aún así sorprende ver a alguien utilizando la vía con la escasa publicidad que se le da (nadie de mis amigos sabía de su existencia y yo mismo la había descubierto leyendo el blog de Miguel Ángel Ruiz en La Verdad). Mi deseo, supongo que una "miaja" utópico, es que "desde arriba" se potenciara un poco el turismo rural y sostenible en la Región. Aunque quizá no tengamos que esperar siempre a que se muevan los "de arriba" (nos podemos morir esperando). Como dice un amigo de Cambridge, llevar a los "guiris" a Campos (o a Albudeite) a que vivan el provincianismo español en todo su esplendor sería un puntazo, sobre todo si se promueve que interactúen con la gente autóctona y se les da bien de comer. Habrá que estudiarlo.

5) ¿Qué ha pasado con la agricultura en Campos del Río? Es deprimente asomarse desde la replaceta de la calle Murcia al Río Mula y ver todos los árboles secos. No me valen las excusas de que ya la agricultura no da dinero (aunque realmente no lo dé). No se puede potenciar el turismo de interior si no se preservan las actividades que se han desarrollado en la zona desde hace siglos.

6) El tema del autobús. Nosotros nos volvimos de Mula a Murcia en autobús, lo que es perfectamente factible. No nos pusieron problema para meter las bicis al maletero del autocar y el viaje no era muy caro, creo recordar. Pero señores de Costa Cálida, sería ligeramente conveniente que pusieran sus tarifas y horarios en internet, que estamos casi en 2014 y no cuesta mucho esfuerzo. Esto me lleva a pensar que, desgraciadamente, mi deseo del punto 4) está bastante lejos de hacerse realidad.

Conclusión

El éxito de la Vía Verde del Noroeste (y de cualquier otra iniciativa similar) está en nuestras manos. Yo animo a todos a salir a tomar el fresco (o la solana) a uno de los tramos de la Vía Verde y dejarse conquistar por la belleza casi virginal de la Región de Murcia. ¡Enga!

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