Vuelvo al blog para ponerme a prueba. Últimamente uno se pasa demasiado tiempo en formato de cientoypico caracteres y, la verdad, aparte de enviar a Rita al otro barrio, hay que asumir que poco se puede mover con un "tuit", ni siquiera con esos en plan ristra de chorizo. Y mis pensamientos de estos días se merecen algo más. La razón: el libro que más rápido he leído en los últimos años, que no es otro que "Vamos a comprar mentiras", de José Manuel López Nicolás.
No me voy a poner a diseccionar el libro, ya que soy demasiado disperso y demasiado poco letrado para tal labor, pero sí quiero dejar por escrito algunos comentarios superficiales, la mayoría positivos pero también algunos negativos, sobre este interesante "manual".
En "Vamos a comprar mentiras", López Nicolás no se va por la tangente (a diferencia de lo que estoy haciendo yo ahora) a la hora de desenmascarar a todos los actores del fraude de la publicidad engañosa: nos pone ejemplos concretos, nos da nombres (critica hasta a algunos científicos) y nos explica la composición de muchos productos, enseñándonos a interesarnos por lo que consumimos. Yo mismo me he visto esta mañana echándole un ojo a mi desodorante (y comprobando que contiene hidróxido de aluminio) y hablándole a mi pareja del resveratrol y la milonga del "dos copas de vino al día". En resumen: el librico te remueve. Es eficaz (para quien lo lee).
Que el libro se lea tan rápido es también un buen síntoma. El autor tiene soltura, a pesar de unos cuantos chascarrillos algo "demodés" y unos bastantes "soy de los que piensa". No es quizá un libro profundo o con multitud de información científica. Está hecho, supongo, para llegar a todos los públicos y educar, proporcionando una serie de herramientas para que el lector sepa analizar, criticar y tomar decisiones de una manera más objetiva. Por esta razón yo creo que es un libro necesario y un buen ejemplo de lo que debería ser la divulgación científica.
En su contra quiero expresar algunos puntos, aunque siempre de manera totalmente constructiva. Como científico me preocupa bastante lo que ocurre "puertas adentro" en nuestro mundo profesional. Aunque es verdad que el autor da ejemplos de algunos científicos o instituciones que han mostrado un comportamiento poco ético (en relación a la concesión de su prestigio a determinados productos a cambio de financiación; algo que ya es muy grave), no hace suficiente hincapié, supongo que por miedo a manchar nuestra "reputación" ante tanta gente, de lo esencial que es la buena práctica científica. Cuando se hace mala ciencia (lo que es mucho más normal de lo que la gente piensa) y nos aprovechamos del terrorífico sistema de publicaciones, contaminado por la avaricia y la ambición de algunos, acaban viendo la luz verdaderos engendros de artículos que, unidos a esa tendencia macabra de los medios de comunicación por hacer noticia de todo, se llevan por delante todo el esfuerzo de siglos de trabajo de la comunidad. Por esta misma razón, me pone algo nervioso la insistencia de López Nicolás en el mensaje "confíen en los científicos". Pero supongo que es mejor no meterse en esos huertos.
En relación con esto último, también he echado en falta una descripción algo más detallada de lo que es la EFSA ("European Food Safety Authority"), ya que en ella se basa toda la regulación vigente sobre los alimentos que compramos. "Confíen en la EFSA" es también un mensaje principal del libro, pero ¿quién compone exactamente la EFSA? ¿Está politizada de alguna manera? ¿Cómo se eligen los científicos que forman parte de ella? ¿Cuántos artículos hacen falta para que se apruebe o prohiba la venta de un producto? ¿Valen artículos de todas las revistas?
Una empresa necesita demostrar científicamente que el alimento que ofertan produce (en su conjunto) lo que reclama en su eslogan, lo que a veces puede llevar años de investigación. Eso lo tenemos claro. Sin embargo, el mensaje que se da para los cosméticos es distinto. Si no se ha demostrado que alguno de sus componentes sea nocivo, se puede vender. Pero, ¿qué pasa con el "conjunto"? Además, para sacar conclusiones sobre la inocuidad de un producto químico también hacen falta años de investigación. Para combatir realmente la quimiofobia, hay que ir más allá del "no hay papers que digan que X es dañino, pero si los hubiere, se retiraría del mercado inmediatamente". Ahora mismo no se me ocurre cómo abordar este dilema, pero es algo que me inquieta y creo que sería interesante reflexionar profundamente sobre ello para tener argumentos en nuestra guerra por el rigor científico. Mientras, podemos seguir leyendo en wikipedia cosas como estas:
Espero que, en cualquier caso, este libro llegue a mucha gente y que se genere un intenso debate público sobre la publicidad. Yo soy bastante negativo/catastrofista al respecto porque el mundo empresarial es demasiado poderoso y con los principales actores políticos europeos y españoles no hay nada que hacer a corto plazo, pero "con tó y con eso", "Vamos a comprar mentiras" me ha alegrado la semana.
Una última crítica, antes de que se me olvide: ¿Por qué sale un pintalabios en la portada?
Salud. Y tralará.
Modestos pensamientos de un murciano frustrado
viernes, 2 de diciembre de 2016
sábado, 19 de diciembre de 2015
¿Dónde ponemos la capital del próximo país murciano?
Señoras y señores de Murcia y tierras colindantes: dadas las
circunstancias políticas actuales no deberíamos perder más tiempo con minucias.
Es hora de pensar qué hacer cuando España se desmiembre, algo que puede suceder
muy pronto. Nuestra región de encefalograma plano ha de despertar y nos debemos
plantear qué hacer con nuestras “lindes” (digamos, qué será y
qué no englobado en nuestro nombre), nuestra estructura de estado (¿volveremos
al reino de Murcia, a la provincia romana, a nuestra Cora de Tudmir, o seremos
algo nuevo?), nuestra lengua, nuestra bandera, nuestro topónimo oficial y, aunque
algo sin importancia alguna, nuestras políticas.
En esta pequeña disertación plantearemos dónde debería
situarse nuestra capital, algo fundamental en cualquier país “hecho y derecho”.
Posibilidad 1: Cartagena
Ponemos Cartagena como primera posibilidad porque queremos
hacerles la pelota es la ciudad con más protagonismo en la historia de
nuestras tierras a lo largo de la misma. Por supuesto en nuestro estado Cartagena por fin sería provincia y mantendría sus tradiciones como su carnaval, su himno y su
cacique local.
Posibilidad 2: Orihuela
Para ello tendríamos que anexionárnosla primero. Quizá
dándole la capitalidad de nuestro país no tengamos que entrar en ninguna
disputa con el País Valenciano. Total, todos sabemos que Orihuela es Murcia.
Sería la posibilidad más romántica-cool, resultado de una reflexión
retrospectiva colectiva de los murcianos sobre aquellos maravillosos años de la
Cora en la que gentes de todas las religiones aparentemente convivieron sin
muchos problemas en nuestras tierras.
Posibilidad 3: Polaris World
Aunque tendríamos que cambiarle de nombre por uno más “nuestro”,
esta posibilidad es bastante atractiva. En nuestro país será tema obligatorio
en las escuelas la historia reciente, no como en España, en donde la segunda
república y el franquismo estaban al final del temario y el profesor nunca
llegaba por mucho que no se cogiera la baja ningún día ni hubieran huelgas ni
catástrofes naturales (como lluvia o granizo). Por tanto, qué mejor que colocar
la capitalidad en una de las múltiples ciudades fantasma fruto de la
especulación y la corrupción tan nuestras (famosas internacionalmente, además) y ya de paso darle algún uso. Otra
opción es Mosa Trajectum, la cual podríamos renombrar como Yojan (o Llojan), en
honor a aquel jugador-entrenador holandés que promocionó este cutre-impactante resort.
Posibilidad 4: Yecla
También sabemos que los yeclanos tienen cierta tendencia a
considerarse distintos a los demás murcianos por esa cosa de no tener autovía
directa con Murcia y utilizar palabras extravagantes como “borra” para
referirse a la goma de borrar. Esta operación sería similar a lo que se hizo en
Euskadi con Vitoria para que no se les fuera a Castilla y esperamos tendría un
resultado bastante similar: la conversión de los yeclanos en muy murcianos y mucho
murcianos.
Posibilidad 5: Murcia
Dejar la capital en Murcia sería un acto bastante
conservador, pero como nuestra región es bastante conservera y, además, somos
más agarraos que los catalanes (por muncho que los critiquemos) y nos dolería
gastarnos dinero en trasladar todas las consejerías a otros lugares, con la de
funcionarios que hay dentro y todo, quizá sería la posibilidad más realista.
Eso sí, para no dejarlo todo como está, se le podría cambiar el nombre por el
suyo original o, en caso de que el país se convirtiera en una dictadura
comunista, llamarla directamente “Ciudá Capital”.
Estas son las cinco posibilidades con más fuerza, pero por
supuesto estamos abiertos al debate, así que si algún espabilado tiene ideas
más revolucionarias (o rancias) que estas, que no dude en ofrecérnoslas. O quizá hasta podríamos ser un país sin capital.
Saludos, queridas y queridos murcianos.
miércoles, 10 de junio de 2015
Círculo
Esa mañana Francisco José
(J.) Moreno se sentía algo más cansado de lo habitual. Cruzó la calle y se
dirigió hacia uno de los bancos que el partido laborista había instalado
recientemente, justo antes de las elecciones municipales, en Parker's Piece. No
tuvo que levantar la cabeza para mirar al cielo que, como siempre, se
abalanzaba, pesado y gris, como siempre también, hacia los ojos tristes de los
que han residido más de cierto tiempo en Cambridge. Las nubes más oscuras que
se desplazaban, implacables, desde el horizonte de Francisco J. hacia detrás de
los edificios que quedaban a su espalda le hicieron plantearse por un segundo,
o quizás menos, el funcionamiento de las borrascas, y Francisco J. se sintió
avergonzado de no acordarse de qué era aquello del anticiclón de las Azores que
aprendió de pequeño en la escuela, de si su influencia era aplicable a las
islas británicas y de no haberles sacado más tajada a tantos años de
conversaciones sobre asuntos meteorológicos. Una vez sentado en el banco, alargó
el brazo para coger un periódico gratuito que alguien había dejado sobre una de
las flamantes nuevas papeleras, laboristas también, y se lo puso sobre las
piernas. Más que las noticias sensacionalistas sobre asesinos, violadores y
famosos borrachos, lo que le gustaba a Francisco J. de manosear el periódico
eran el tacto y el sonido del papel. Y eso era suficiente.
De repente, amenazando a
Francisco J. y su periódico gratuito, el cielo empezó a deshacerse en gotas
microscópicas. Francisco J. sacó entonces un pequeño paraguas de uno de los
bolsillos de su chaqueta y lo abrió con orgullo, consciente de sus grandes
reflejos, aunque rápidamente pasó a sentirse ridículo, allí sentado en un banco
que se iba impregnando de agua excepto en el espacio circular que quedaba por
debajo de su paraguas. Sin embargo, algo hizo a Francisco J. dejarse llevar,
cerrar los ojos, echar su cabeza hacia atrás y, poco a poco, dejar de sentir la
fuerza de las palpitaciones de su corazón. Fue entonces cuando un golpe de
viento se llevó el paraguas y cuatro páginas del periódico gratuito. Y allí, en
aquel círculo de banco cada vez más indefinido, se quedó, en el sentido más
romántico del verbo "quedarse", Francisco J.
sábado, 9 de mayo de 2015
Una campaña electoral muy diferente
Acaba
de empezar la campaña electoral en España. "Elecciones" municipales y
autonómicas (breve apunte: que las elecciones autonómicas sean en casi todas
las autonomías a la vez me parece una pantomima). Y yo, que llevo ya más de
cuatro años lejos de nuestras fronteras, me dispongo horrorizado a cerrar
Twitter y dejar de leer la prensa hasta dentro de un mes. No sé qué me llevó a
pensar que aquella manera de masacrar a la gente a base de pegadas de carteles
-con fotos llenas de filtros de los "líderes" locales y supremos -,
buzoneos masivos, coches pintados de colores con altavoces al estilo
"afilador", decoración de farolas, abordaje en los parques y demás ranciedades, había pasado
a mejor vida. ¿No había llegado la era del cambio? (breve apunte: el cambio
debe de ser la palabra más prostituida en política después de
"democracia" y "libertad"; ¿hay algo que no sea cambio?
Incluso la misma persona con un peinado distinto supone un cambio, me imagino).
Peor, todo aquello, tan años noventa, ahora nos entra por vía intravenosa a
través de internet, y a un ritmo totalmente inabsorbible, lo que no deja de
ser sorprendente porque al mismo tiempo hay una ausencia total de debates
políticos, de programas de televisión didácticos que intenten educar
democráticamente al pueblo, o de entrevistas a los candidatos con preguntas medianamente inteligentes.
Todo
esto me anima a compartir lo que he experimentado durante las últimas semanas
en Cambridge con motivo de las elecciones generales británicas (breve apunte:
en esta ciudad también se elegía a un tercio de los concejales del
ayuntamiento; este sistema me parece bastante interesante porque va por barrios
y porque cada año hay elecciones en las que se reelige parte de los
representantes de cada uno).
No
podemos decir que la campaña en este país no haya sido mediática. Ni tampoco
que los británicos no sean centralistas. Nos hemos tragado a David Cameron y al
muñeco Ed Miliband hasta en la sopa. Pero la cultura democrática de este país
está muy lejos de la caspa que envuelve todas las cosas en España. Prácticamente
a diario teníamos a los candidatos de los partidos más importantes (no sólo
Conservadores y Laboristas, sino también Verdes, Nacionalistas Escoceses y
Galeses - Irlanda del Norte quedaba casi siempre fuera por razones que merecen
un análisis aparte -, UKIP y Liberales Demócratas) debatiendo entre
ellos o frente a periodistas de distintos medios. No es que crea que un candidato a
primer ministro tenga que tener una imagen o discurso determinados (la verdad
estoy un poco harto de la cultura del palabrerío vacío "hiperpretencioso"
que tantas veces he tenido que sufrir en el mundo de la ciencia), pero sí que
ayuda a entender un programa político que te lo expliquen bien y claro, y estas
apariciones en los medios claramente supusieron la autodestrucción de Ed
Miliband y la ascensión a "salvadora de los desamparados" de Nicola Sturgeon, por
ejemplo.
Sin
embargo, paralela a todo ese despliegue mediático, la campaña electoral en las
calles (de Cambridge, al menos) me ha parecido elegante, respetuosa y digna de admiración. Y eso era lo
que en principio yo quería contar aquí antes de mi ataque verborreico. Ya
sabemos que "en el norte" la gente es un pelín más reservada que los
mediterráneos. Concretamente, en Britania la libertad individual es una de las
máximas socioculturales más máximas (breve apunte: eso de que el liberalismo
está de capa caída por la debacle de los LibDems no se lo cree nadie). Por eso,
en vez de la invasión de mal gusto, aquí se estila lo siguiente (véase foto de
mi calle):
Cada
persona expresa su deseo de apoyar a uno u otro partido de manera libre. No
deja de ser propaganda (y supongo que habrá cierta presión desde los partidos
políticos para que la gente haga este tipo de manifestaciones y cierto
presupuesto para la fabricación y reparto del cartelamen), pero al menos todo queda
en manos de particulares. Además, otra cosa que me llamó la atención fue el
hecho de que se pidiera el voto para los candidatos a representar a Cambridge
en el parlamento (breve apunte: en el Reino Unido hay 650 distritos y en cada
uno se elige como "Common" (diputado) al candidato más votado, lo que
no me parece del todo justo porque no es un sistema muy representativo así a
nivel global) y nunca jamás para los líderes. Es decir, las calles han quedado
totalmente exentas de los caretos de Miliband, Clegg, Cameron y compañía. Esto
me parece importante, ya que en un sistema tan centralista, está bien
recordarles a las personas que quien actuará en nombre de su comunidad en el
parlamento será una persona de dicha comunidad. Así, uno pudo aprender quienes
eran Julian Huppert o Chamali Fernando (supongo que es de democracias
"avanzadas" que ciudadanos de origen inmigrante sean candidatos por
el partido conservador) y el apoyo "popular" de cada uno en los
recurrentes paseos desde casa al trabajo y viceversa.
Vote señora "Fernando", candidata conservadora. No, vote Labour. |
El único cartel que encontré del UKIP en mi excursión en bici por Chesterton. Las cortinas de ganchillo son reveladoras. |
Otro de los verdes, pero este encaja más con los prejuicios. |
Sin
duda, esta manera de hacer política es interesante, pseudocercana y mucho menos
agresiva para nuestra salud mental y el medio ambiente. Ojalá se exporte a
España (¿aceptarían nuestras gentes, todavía reprimidísimas por el efecto
"transición", salir del armario político? O mejor, ¿serían nuestras
gentes capaces de respetar esas declaraciones?. Todo se verá).
domingo, 20 de julio de 2014
Me autoproclamo "ilustrador". Presentación (y liquidación) de "Miserias de..."
Ante el temor de abandonar los "veintipico" de manera prematura y
silenciosa, me ha invadido una especie de fiebre productiva. No, no he
terminado mi artículo científico. Pero sí le he dado uso a un artilugio
que me regalaron ahora hace un año y que sirve para hacer garabatos en
el ordenador. Me he vuelto a dar cuenta de que las tecnologías no pueden
solucionar la falta de talento, aunque al menos he pasado un rato
agradable conmigo mismo y mi creación.
Aquí os presento el primer y último capítulo de mi cómic "Miserias de una proteína trans". Habría estado bien que, cuando me dieren uno de mis tantísimos premios futuros, se dijera eso de "Agapito no se destapó como genialidad creativa hasta los treinta", pero mira, me ha podido el ímpetu. Por los pelos. Estoy imparable.
PD: De todas maneras cuando tenía unos diez años ya "creé". Hice un cómic basado en Induráin que no sé si sobrevivirá en algún cajón y que, en todo caso, ya verá la luz cuando sea mundialmente famoso (o ya que estamos, muerto, por eso de la revalorización).
Aquí os presento el primer y último capítulo de mi cómic "Miserias de una proteína trans". Habría estado bien que, cuando me dieren uno de mis tantísimos premios futuros, se dijera eso de "Agapito no se destapó como genialidad creativa hasta los treinta", pero mira, me ha podido el ímpetu. Por los pelos. Estoy imparable.
PD: De todas maneras cuando tenía unos diez años ya "creé". Hice un cómic basado en Induráin que no sé si sobrevivirá en algún cajón y que, en todo caso, ya verá la luz cuando sea mundialmente famoso (o ya que estamos, muerto, por eso de la revalorización).
miércoles, 23 de abril de 2014
Carta abierta a un referee "patésico"
Querido "referee" número uno,
Me dispongo a expresar aquí, en este blog tan visible,
unos pequeños comentarios halagadores hacia su admirable función como
"referee". Sé que la tarea no remunerada de revisar artículos científicos
es frustrante, sobre todo cuando uno tiene que gastar su tiempo en leer cosas
como el artículo que me he visto forzado a escribir sobre la herencia de la
forma celular en la levadura de fisión.
Mi artículo es un poco flojo, no tengo problema en reconocerlo.
Las técnicas empleadas en el desarrollo y análisis de los experimentos que hice
no son dignos de la universidad en la que estoy ejerciendo como postdoc. Los
resultados no son impactantes. De hecho son decepcionantes. De hecho son una
mierda. Coherentes, pero una mierda al fin y al cabo. Enfrentarme a la
escritura de dicho artículo me produjo muchísima ansiedad, porque uno no quiere
ver sus miserias expuestas a la vista de todos, sobre todo en este mundo
científico tan competitivo. Mi principal miedo era tener que lidiar con
comentarios negativos hacia mi labor investigadora y mis limitaciones
intelectuales. Y tener que asomarme a ese abismo que muchos científicos temen:
sentirme incompetente en la tarea a la que he dedicado años enteros de mi vida.
Sin embargo, los fallos en el planteamiento,
desarrollo y análisis de mis investigaciones no parecieron importarle mucho. O al
menos a esa conclusión llegué yo después de leer sus chistosas correcciones.
Según veo, usted es un científico vanguardista que promueve la fantástica idea
de cambiar el orden del manuscrito. Empezar con el análisis de los datos antes
de mostrar los propios datos es algo innovador. También me alegra ver que el
mayor problema que tiene con mis "clustergramas" es la barra de colores,
ya que yo también pienso que la escala rojo-verde está ya un poco vista. Y de su gran capacidad para distinguir
células curvas y dobladas no diré nada más que es admirable. ¡Con lo difícil
que me resulta a mí!. Me rindo ante usted, señor "referee" número uno.
Pero, sin duda, lo que en mi opinión le transporta al olimpo de los
"referees" es su gran dominio de la filología clásica.
"MORFOGENÉSICO"
Y se queda usted tan campante. Jugando a ser
intelectual me sugiere usted que cambie el término "morfogenético" (generador
de forma) por "morfogenésico", porque (palabras textuales)
"morphogenesis" viene de "morpho" y "genesis" y
no de "morpho" y "genetics". Señor "referee", es
usted gracioso aunque una miaja "patésico". Si tuviera usted un mínimo sentido de la
vergüenza (que sé que se cotiza alto por estos lares), no se habría lanzado a
la piscina de esta manera, desde una altura de 10 metros y en plancha. Me
gustaría saber qué se le pasó por su audaz cerebro, el cual supongo que le ha
ayudado a llegar a donde ha llegado y a verse en la divina situación de juzgar
si un artículo científico merece ser publicado o no, cuando decidió escribir
dichas palabras, refugiado en ese anonimato absurdo al que someten a los
"referees" de las revistas científicas (sobre todo teniendo en cuenta
de que yo no soy anónimo para usted). Bueno, en general me intriga bastante la
gente que piensa que es inteligente, la gente convencida de que sabe algo que
realmente no sabe. Qué pena que no me pueda tomar un café con usted y así
enriquecerme escuchando sus pseudo-sabias palabras. Me excusaría por no decir
"genésica", ya que genésica viene de "génesis", y no de
"génetis". Y hablaríamos, "analísicamente" aunque sin
"enfasizar" demasiado, de biología "sintésica", que está
muy de moda ahora. Pero me temo que usted sería un poco "hermésico"
así en directo y que prefiere explayarse con el procesador de texto desde su
despacho. Ya le digo, una lástima lo de
este anonimato unilateral.
Dicho esto, y con la esperanza de que algún día lea
usted esto y, al menos, se ría un poco (más) de mí (me temo que la gente como
usted no suele reconocer sus errores), me despido. Espero que siga construyendo
un mundo mejor con sus correcciones.
Un saludo y hasta pronto.
domingo, 15 de diciembre de 2013
Viaverdeando
Después de unas semanas de asimilación, me decido a
escribir un breve resumen sobre mi experiencia en la Vía Verde del Noroeste (de la Región de Murcia). Aprovecharé así
para destruir definitivamente la redacción que había empezado sobre este mismo
tema hace unas semanas, ya que era un auténtico coñazo. A veces los detalles
sobran, y como no soy precisamente Julio Cortázar, me bastará (supongo) con
dar un par de pinceladas sobre mi viajecillo para generar en el lector (el
único lector, o sea, yo mismo) una vaga idea de lo que uno se puede encontrar
en la dichosa vía. Aclaración: el trayecto de la vía del noroeste (ex-vía
ferroviariamente hablando) que nos marcamos mi hermana y yo a primeros de
noviembre es el que va de Espinardo a Mula. Es decir, nos dejamos el noroeste
de la vía del noroeste para la siguiente ocasión.
Vamos al tema.
Sorpresas
positivas
1) La vía en sí al comienzo. Encontrarse un día
soleado mientras uno pedalea, aún sin cansancio acumulado y al 200% de
motivación, a señores mayores en bici, señoras en chándal rosa, gente paseando
al perro y demás personajes autóctonos transitando porque sí desde Espinardo
hasta la Ribera de Molina, es realmente reconfortante.
2) El síndrome del expatriado-falso turista, que nos
transforma la percepción visual y nos hace calificar de bellos pueblos como la
ya mencionada Ribera. Y es que cuatro casas viejas alrededor de unas piteras y
unas paleras me producen (actualmente) ganas de llorar de emoción. "Esto
me recuerda a Turquía", creo que le dije a mi hermana, que creo que pasó
un poco de mí (porque ella no ha salido de Churra aún, la pobre).
3) Campos del Río. Como me cantaba mi padre cuando
era pequeño (cuando yo era pequeño): "Campos del Río es un pueblo muy
bonito, porque allí viven los abuelos de Juanito...". Y es que Campos es,
a mi parecer (y un poco por el síndrome que he descrito en el punto 2), el
"diamante en bruto" del interior de la Región. Espero que siga
"en bruto" durante mucho tiempo y me alegro infinitamente de que la
gentuza que ideó (y casi ejecutó) la locura de "Trampolín Hills" se
hundiera con el proyecto.
4) Los maravillosos paisajes de la cuenca del Río
Mula. Aquí no hay síndrome que valga. En el tramo Campos del Río-Albudeite-Mula
nos paramos unas doscientas veces para mirar los barrancos con la boca abierta (véase foto).
5) Las gentes de la Región que uno se encuentra en
la vía y con las que es fácil interaccionar, desde a) el señor gordo con música
maquinera de los noventa e indumentaria ciclista profesional que nos rescató en
Alguazas (véase la siguiente sección) hasta e) la señor(it)a de Mula que
confundió a mi hermana con una "cría" del pueblo y que modificó su
trayecto hacia el Mercadona para acompañarnos a la estación de autobuses,
pasando por b) el señor mayor de Campos que nos preguntó si estábamos comiendo cuando
estábamos comiendo en la replaceta del final de la Calle Murcia, c) el grupo de
señoras jóvenes que querían llegar a Bullas andando en tiempo record o d) el
grupo de señoras que criticaba al grupo de señoras jóvenes de c) por ser unas
inconscientes.
Cosas
mejorables
1) La salida de Alguazas. En varios sitios había
leído que la salida de Alguazas era, digamos, conflictivilla. Cuando entramos
en el pueblo comenzamos a ver flechas por todos los sitios, por lo que pensé
que las "autoridades" (quienquiera que sea la autoridad que maneje la
vía) habían puesto solución al tema. Pero no. De repente nos encontramos
pedaleando en la carretera comarcal que va a Campos, que no está muy preparada
para el ciclismo de ocio (aunque tiene arcenes anchos, la verdad). Menos mal
que allí nos encontramos con el señor de la música maquinera-noventera que, muy
amablemente, nos guió hasta que nos pudimos reenganchar a la vía a la altura de
la depuradora. La cosa es que nos perdimos un tramo de la vía verde, lo que al
parecer no estuvo mal del todo, ya que el señor maquinero nos dijo que por ese
trozo hay "perros y capullos".
2) La depuradora. Ya sé que las depuradoras hacen
falta en el mundo actual, y veo normal que se las lleve lejos de los núcleos de
población, pero claro, no es muy agradable respirar sus efluvios mientras uno
hace deporte (o se le pincha una rueda, como al pobre italiano con el que nos
encontramos en aquel paraje). Y no me quiero imaginar lo que es pasar por allí
en agosto.
3) La entrada a Campos del Río. No le encontramos
mucho sentido a ese tramo: cuestas vertiginosas, sendas que se estrechan en la
maleza hasta desaparecer, desvíos por polígonos industriales abandonados... Es
una lástima que aquello esté así con las zonas tan impresionantes que hay
alrededor.
4) El diminuto tránsito. Y es que, pasada La Ribera
de Molina, los caminos estaban prácticamente desiertos de gente. Aún así
sorprende ver a alguien utilizando la vía con la escasa publicidad que se le da
(nadie de mis amigos sabía de su existencia y yo mismo la había descubierto
leyendo el blog de Miguel Ángel Ruiz en La Verdad). Mi deseo, supongo que una
"miaja" utópico, es que "desde arriba" se potenciara un
poco el turismo rural y sostenible en la Región. Aunque quizá no tengamos que
esperar siempre a que se muevan los "de arriba" (nos podemos morir
esperando). Como dice un amigo de Cambridge, llevar a los "guiris" a
Campos (o a Albudeite) a que vivan el provincianismo español en todo su
esplendor sería un puntazo, sobre todo si se promueve que interactúen con la
gente autóctona y se les da bien de comer. Habrá que estudiarlo.
5) ¿Qué ha pasado con la agricultura en Campos del
Río? Es deprimente asomarse desde la replaceta de la calle Murcia al Río Mula y
ver todos los árboles secos. No me valen las excusas de que ya la agricultura
no da dinero (aunque realmente no lo dé). No se puede potenciar el turismo de
interior si no se preservan las actividades que se han desarrollado en la zona
desde hace siglos.
6) El tema del autobús. Nosotros nos volvimos de
Mula a Murcia en autobús, lo que es perfectamente factible. No nos pusieron
problema para meter las bicis al maletero del autocar y el viaje no era muy
caro, creo recordar. Pero señores de Costa Cálida, sería ligeramente conveniente
que pusieran sus tarifas y horarios en internet, que estamos casi en 2014 y no
cuesta mucho esfuerzo. Esto me lleva a pensar que, desgraciadamente, mi deseo
del punto 4) está bastante lejos de hacerse realidad.
Conclusión
El éxito de la Vía Verde del Noroeste (y de
cualquier otra iniciativa similar) está en nuestras manos. Yo animo a todos a
salir a tomar el fresco (o la solana) a uno de los tramos de la Vía Verde y
dejarse conquistar por la belleza casi virginal de la Región de Murcia. ¡Enga!
Más
información
Suscribirse a:
Entradas (Atom)